Sí, recuerdo lo que hice exactamente hace 10 años: estaba en el velorio de Charly, uno de los mejores amigos de mi infancia. El 11 y sus múltiplos han marcado mi vida. El 22 de septiembre de 1999, entre lágrimas y aplausos, lo enterramos. Fue un guerrero (vencido) contra el cáncer.
Hoy, Charly, recuerdo lo que vivimos: las risas, el cansancio del taekwondo, los "doritos" con salsa, las figuras de acción de "Batman", los "juguitos Tampico", andar en bici, los polícias y ladrones, la casa de lámina, el vidrio que rompimos de tu casa, el Nintendo 64, el arroz con leche, cuando tu mamá enseñaba a la mía a vacunarme contra las alergias...
¿Y sabes? Si algo me duele, es que no pudiste disfrutar muchas cosas porque tu vida se fue muy pronto.
Te faltó reir; cada vez que ría, va por ti.
Te faltó llorar; cada vez que derrame una lágrima, va por ti.
Te faltó sentir la lluvia, te faltaron borracheras, noviazgos, viajes, canciones dedicadas, tristezas, alegrías, probar comidas exóticas, conocer aromas nuevos, escuchar melodías únicas, videojuegos, tecnologías, sentir la felicidad de terminar una carrera universitaria... va por ti.
Porque el cariño que te tengo me hace vivir no sólo para mí, sino para ti también.
Hoy, no conmemoro una década de tu partida; festejo 10 años de tenerte dentro de mí. Va por ti, Charly.
